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viernes, 30 de septiembre de 2011

DÍA DEL PERIODISTA PERUANO


El Arte de Enseñar.- Hoy 1 de octubre, celebramos el del Día del Periodismo, fecha en que fue fundado el Diario de Lima en el año 1790 por el militar, abogado, y escritor español, Francisco Antonio de Cabello y Mesa, quien escribía bajo el seudónimo de Jaime Bausate y Meza. 

Es una fecha en la que no debemos dejar de reconocer la ardua, arriesgada y pródiga labor que los paladines de la información realizan a diario. En tal sentido quiero hacer llegar mi saludo fraterno de gratitud y reconocimiento a todos aquellos que enarbolando la bandera de la libertad de expresión, hacen todo tipo de esfuerzos por informarse y así poder informar.

¡FELIZ DÌA PERIODISTA PERUANO!

Es menester recordar que: Periodista es la persona que se dedica profesionalmente al periodismo, en cualquiera de sus formas (radial, escrita, televisiva o digital) cuyo trabajo consiste en acudir a fuentes periodísticas fiables y verificables, en descubrir e investigar temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos y elaborar así sus artículos para luego publicarlos. 

No cabe duda que existen varios principios que guían la labor periodística, y dentro de ellos, como principio fundamental, el respeto por la verdad y la rigurosa búsqueda de la información fidedigna y verificable. 

He considerado pertinente dada la fecha reeditar un artículo que considero cobra vigencia cada 1 de octubre. 
Se trata de impresiones que mueven a la reflexión por parte de la Dra. Sonia Luz Carrillo, Poeta, Periodista y Profesora Principal de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM. Investigadora del Instituto de Investigaciones Humanísticas. Dicho artículo fue publicado con fecha 1 de octubre de 2007 en su bitácora personal “Habla Sonia Luz” http://hablasonialuz.wordpress.com

A continuación la transcripción del mismo:
“DÌA DEL PERIODISMO EN EL PERÙ”
En primer lugar, creo que es importante reconocer que la labor de los comunicadores comporta la exigencia y la conciencia de ser voz hablante. Voz que genera, multiplica, instala y legitima realidades.

Y como toda labor presenta desafíos que se deben enfrentar. Por ejemplo, revisar la concepción misma de la actividad.. Comunicadores que no se preguntan, no se cuestionan y se instalan en “lo establecido” corren el riesgo de perpetuarse en escandalosa indigencia intelectual.

ESPECTÁCULO EN LUGAR DE  REALIDAD
Una vez instalados en la rutina, grande puede ser el riesgo de construir informaciones buscando, casi en exclusividad,  la espectacularidad a todo trance y, como consecuencia, excluir. Excluir  sectores socio-económicos, excluir fuentes informativas, excluir espacios geográficos,  excluir personas y personalidades.
Todavía hay extensas áreas de la realidad que no son debidamente visibilizadas. Es urgente  hacerle espacio a  nuevos temas: sociedad (niñez, juventud, vejez, natalidad, tendencias de consumo, arquitectura, salud, etc.); abordar las manifestaciones interculturales, en un mundo que requiere conocerse para respetarse; la creación artística más allá de los productos pre fabricados en masa y de las estrechas capillas; el respeto por el medio ambiente  y sus múltiples entradas (contaminación visual y sonora, por ejemplo); los hallazgos científicos y su aplicaciones tecnológicas; los múltiples aspectos irresueltos para el logro de una plena ciudadanía, etc.
LA ÉTICA,  UN ESTORBO
La comunicación, actividad central en la vida social, se encuentra demasiadas veces plagada de  fragilidad  ética y técnica. Por eso, creo que es  útil recordar el enorme desafío que significa no dejar de ser persona  al elaborar ese bien simbólico que es la comunicación,  en un mundo y un momento en el que el avance tecnológico  no  ha sido acompañado por  la elevación del agente humano. El ventajismo y el “sálvese quien pueda”  parece ser la única norma.

LA INDISPENSABLE DIMENSIÓN TEÓRICA
De otro lado, es necesario el discernimiento sobre la dimensión teórica de la comunicación. El pragmático obra sin grandes miramientos a las consecuencias teleológicas de su accionar. El académico – y gran parte de los comunicadores provienen ahora del mundo académico- se pregunta, mira lejos, es curioso y no teme a la innovación porque está en permanente revisión de conceptos y dogmas a la luz de las nuevas realidades, mientras permanece fiel a un conjunto de principios  que norman  su proyecto de vida personal y social.

El comunicador, el periodista,  es un trabajador intelectual, trabaja con ideas,  y como asegura Isaías Berlin, “Menospreciar y negar poder a las ideas y los ideales esconde la más de las veces, intereses materiales disfrazados de eficiencia”.

El ejercicio de la comunicación en tanto labor profesional es apasionante. Y, especialmente entre los más jóvenes, compromete la fuerza del deseo de hacer cosas nuevas. Hacerlas bien en la sociedad  contemporánea  y más aún en una sociedad como la nuestra, rica en su complejidad, será hacer el bien propiciando la elevación de todos. 

Un extenso abrazo, amigos. Feliz día.

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